Perspectiva mariposa

En la última semana descubrí una palabra que no había escuchado antes y me dí cuenta que en múltiples actividades en que participo hago uso de su esencia sin saber que me estoy dedicando a eso. La palabra o término es liminal y en wikipedia se define liminalidad (del latín limes «límite» o «frontera») cuando no se está ni en un sitio (que puede ser físico o mental) ni en otro. Es estar en un umbral, entre una cosa que se ha ido y otra que está por llegar.

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Tal vez si hay una etapa liminal en la vida de un sujeto sea la adolescencia, en la que no se es ni niño ni adulto. Es esa etapa de transición en la que un mundo con mucho sentido va dando paso a otro que está para construir y desarrollar. De la infancia a la adultez. La adolescencia es una etapa de la vida en términos cronológicos (más o menos de los 12/13 a los 18/20) pero un estado mental que puede durar toda la existencia.

En tierra de grandes, no todos son adultos. Tal vez la frase (creo que la inventé) «no es adulto quien quiere sino quien puede» se ajuste al camino que tiene que transitar un adolescente. Por su fecha de nacimiento o su actitud ante la vida (viejóvenes), un adolescente es alguien que procura lidiar con la ambigüedad y la confusión, tratando de dotar de sentido a ese mundo de grandes; sí, grandes y no adultos, porque a veces un grande no es un adulto, aquel que se responsabiliza de los efectos de sus actos. Esa es una gran desilusión a la que se tendrá que enfrentar el adolescente y novel adulto: descubrir que no todos los grandes son adultos. El camino hacia la adultez tiene mucho más que ver con poder que con querer, es decir con adueñarse o apoderarse de los recursos internos, primero descubiertos y luego puestos en acción para transformarlos y transformar la realidad. Se hace camino al andar…. o como reza el proverbio chino: muévete y el camino aparecerá.

Hay muchas infancias, de acuerdo a los adultos de referencia que le toque a cada sujeto en suerte; por lo cual es complejo afirmar que hay una sola infancia a la que podamos visualizar como un camino llano y sin curvas. Sin embargo, sí es posible afirmar que la adolescencia es un tiempo de muchas, muchas curvas y mucha, mucha confusión. Y es normal que sea así, porque la adolescencia es ese tiempo en que el sujeto tiene que lidiar, por un lado, con la eclosión puberal (la sexualidad cobra otra dimensión) y por otro con una concepción abstracta de la existencia. El tiempo deja de ser ese tiempo concreto y pasa a tener otro volumen, otra elasticidad. El significado de la existencia comprenderá, a partir de la adolescencia, lo que ha pasado y lo que podrá suceder.

Germinal, creativa y riesgosa: así es la adolescencia, ese etapa liminal por excelencia. Llegaste hasta acá y tal vez te preguntes a dónde voy con todo esto. Me dirijo al siguiente punto: el mundo se transforma permanentemente; vivimos en un mundo en estado liminal, donde las preguntas sobre dónde estoy, cómo debo/puedo actuar, qué se espera de mí, son cruciales, medulares y estructurales, para personas, organizaciones y colectivos. La respuesta a esas preguntas se relaciona con la diferencia entre vivir y sobrevivir o entre estar como un zombie o como Neo en Matrix.

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Peligro: mentalidad de silo. El entorno está, con sus matices, en transición hacia el rock & samba, en movimiento y desequilibrio. Estamos ante un nuevo paradigma, donde una mentalidad de silo constituye un gran peligro. El silo es al control lo que la red a la confianza.

Además de dónde vienes, dime a dónde estas yendo y te diré quién eres. En el paradigma emergente, en la ola que cobra forma, compartimentar, categorizar y etiquetar son actividades riesgosas. Las personas somos una reunión de las cosas que hemos leído, las experiencias que hemos tenido, las conversaciones en las que hemos participado, las personas que hemos conocido y los lugares que hemos visitado. Cada persona es, somos, una mezcla única de muchos fragmentos. Somos posibilidad, potencialidad, somos proyecto.

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Zoom largo – zoom corto. Ejemplo de la salud: si uno tiene fiebre acude a un médico general y no a un neuro-cirujano. Los grandes desafíos que enfrentan las sociedades contemporáneas, así como personas, organizaciones y colectivos, están necesitando de ambos enfoques (zooom largo y zoom corto / médicos generales y neuro-cirujanos), el especializado y el generalista.

Estamos necesitando conectores que vean el panorama general y pongan en juego habilidades diferenciales, meta habilidades, como el pensamiento sistémico, el reconocimiento de patrones y una visualización creativa que integre perspectivas diversas.

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Piense en zanahoria, huevo y café, así como en tres ollas de agua caliente. Y ahora en el antes y el después de cada uno de ellos tras pasar por el agua hirviendo. Este siglo XXI en que vivimos demanda organizaciones y personas receptivas y abiertas al cambio y a la adaptación permanente (el equilibrio en el rock & samba); demanda integración, demanda café y agua.

Si la curiosidad, el eclecticismo y la capacidad para vivir en la ambigüedad llegaron para quedarse, formar para ello no sólo es beneficioso sino sobre todo necesario.

Confiar, servir, compartir, aprender, conectar personas, ideas, así como el pasado y el futuro, son todas ellas capacidades más que nunca imprescindibles para un entorno inquieto, confuso e incierto, para un mundo liminal. Así las cosas, lograr vivir en estado de metamorfosis permanente, en perspectiva mariposa, es todo un logro, un diferencial de lujo.

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