Gestión de Personas

Estamos viviendo en tiempos de rock & samba, que se caracterizan por la volatilidad, complejidad, ambigüedad e incertidumbre del entorno. En este contexto, la capacidad de adaptación, integración e innovación de una organización condiciona notablemente las probabilidades de éxito de la misma.

Nuestra época está dejando obsoletas prácticas que funcionaron durante más de dos siglos. Hoy asistimos a rápidas transformaciones en el entorno social, económico y tecnológico, que dinamizan y derivan en formas organizativas menos piramidales y más horizontales (redes). 

Este panorama general, esta gran foto, está convirtiendo al capital humano de cualquier organización en uno de los factores clave de la competitividad empresarial. Capital humano que necesita evolucionar al igual que las prácticas de liderazgo y de gestión de personas.

Más allá del cambio de época en el que nos encontramos, las actividades que las empresas tienen que hacer en relación con sus colaboradores, su personal, continúan siendo las mismas que hace mucho tiempo: atraerlas, seleccionarlas, contratarlas, integrarlas, formarlas y retribuirlas.

Estamos en un escenario diferente en el que nació y se desarrollo la función de Recursos Humanos. Eso fue a inicios del siglo XX en EEUU. Las tecnologías, los mercados y la sociedad han mutado, no sólo respecto hace cien años sino incluso respecto a lo que sucedía a inicios de este siglo. La complejidad y ansiedad de nuestro mundo tornan necesario detectar, evaluar y responder a los cambios del entorno, sean estos amenazas como oportunidades. Es necesario movilizar, aprovechar e integrar todo el potencial de las personas de la organización. Es crucial fomentar el interés de los colaboradores, haciendo de la organización un lugar donde aquellos puedan desplegar su iniciativa individual.

Las prácticas de gestión de personas (atraer, seleccionar, contratar, integrar, formar y retribuir) en un mundo cambiante como el nuestro tienen que generar y agregar valor al conjunto del negocio.

Las organizaciones más prósperas, aquellas que provocan los cambios más que reaccionar ante ellos, son las que están integradas por trabajadores adultos, que no esperan a que su jefe les diga lo que tiene que hacer. Son las empresas que quieren atraer a personas con autonomía, iniciativa, curiosidad y deseo de explorar qué sucede más allá de la descripción de su puesto.

La gestión de personas, en este ya entrado siglo XXI, tiene una misión bien clara: convertirse en socio del negocio fomentando y estimulando los cambios que las organizaciones y empresas necesitan para competir en el nuevo escenario.