Sextante 11 | Febrero 2021

Estamos llegando al final de los primeros dos meses del año y atrás ha quedado, al menos en el almanaque, el inédito y crítico 2020, que se llevó puesto el sosiego y tranquilidad de cientos de organizaciones y personas (y sus familias) que trabajaban en ellas. Pocas dudas caben sobre el desafío que por delante enfrenta el gobierno y el sistema político, las empresas y las personas en general.

Este no es otro que el empleo, luego de un año pandémico que destruyó miles y miles de puestos de trabajo. La temporada estival, como sucedía en la vieja normalidad, no contribuyó a mitigar la caída de la actividad que se registró de marzo de 2020 en adelante. Con las fronteras cerradas, todo el sector turístico asistió a una de sus peores temporadas en muchos años. Hoteles, restaurantes, espectáculos públicos y la actividad inmobiliaria vieron como su actividad no pudo repuntar durante el verano. El año que inicia asoma complejo para las empresas y en consecuencia para el mercado laboral en su conjunto. Y no solo este año sino el futuro en mayúsculas, en la medida que sobre el horizonte cercano ya  asoman desafíos llamados: digitalización y automatización, inteligencia artificial, educación, responsabilidad social, experiencia del trabajador, sostenibilidad, presencialidad, virtualidad y esencialidad, entre otros. Todos estos temas representan un enorme reto para cualquier tomador de decisiones, llámese este una persona, una familia, así como una organización y también un país. Es tiempo de dejar de usar solamente las luces cortas y comenzar a encender las largas. El camino y las circunstancias así lo requieren.

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