En el verano pasado, tiempo en general donde no hay tantas obligaciones y se dispone de más tiempo de ocio, entre los libros que leí y me gustaron hubo uno, de Mario Vargas Llosa, que me impactó tanto por su elegante pluma como por la historia sobre la era Trujillo en República Dominicana.
La fiesta del chivo es el libro en cuestión y para mi gusto se trata de una notable novela histórica que pinta un fresco estupendo sobre una época del siglo XX, entre los años ’30 y ’60, en que los destinos de la isla caribeña estuvieron gobernados por este personaje sin igual. La novela recrea la historia no sólo de este dictador sino del contexto que lo rodeó, al tiempo de indagar en las motivaciones y pasiones que explican cómo puede gestarse y luego mantenerse un modo de gobierno de estas características. En una parte del libro, Vargas Llosa escribe lo siguiente para hacer hablar a sus personajes:
Trujillo es descrito por el escritor peruano como un hombre despiadado, prácticamente sin grises y con una capacidad tremenda para imponer su voluntad. Surgido como gobernante en momentos caóticos de su país, a fines de la década del ’20 del siglo pasado, Trujillo provocaba lo que dice el texto de la imagen superior. Idealizado y temido, dos caras de una misma moneda. Así como las personas, también un país puede oscilar entre el blanco y el negro, entre amar u odiar, a sus gobernantes.
Quizás nunca más peligroso cuando se produce tal polarización de sentimientos, sea esto en un sujeto, en una organización o en una nación.
La fiesta del chivo fue una de las lecturas del verano. En estos últimos días, dando vueltas por los diarios que leo cotidianamente, me encuentro con una entrevista interesantísima al tenista ruso, Marat Safin, hoy retirado de las canchas. En una parte, el periodista le consulta sobre el tenista español Rafael Nadal y los métodos de entrenamiento de su entrenador (Toni, tío de Nadal). Safin afirma lo siguiente:En muchos de los posts del blog vengo hablando del cambio de época en el que estamos inmersos, que está produciendo movimientos en prácticamente todas las estructuras organizacionales, desde personas y familias, hasta comunidades y países. Si en la familia el cambio lo podíamos ejemplarizar como el viraje de la familia Ingalls a la familia Simpson, en las organizaciones lo metaforizamos como la migración de la pirámide a las redes. El consultor alemán Niels Pflaeging lo explica estupendamente:
La volatilidad y vértigo del mundo en que vivimos, la multiplicidad de opciones y puntos de vista y la creciente conectividad, sobre todo virtual, están jaqueando las estructuras organizacionales de antaño. La detección de tendencias, la toma de decisiones en medio de escenarios inciertos y la necesidad de estar aprendiendo permanentemente no es compatible con las pirámides organizacionales, concebidas como sistemas cerrados, con puestos de trabajo unidos por líneas de dependencia y donde el control y la eficiencia guiaban los procesos y las operaciones.
El modelo paternalista, caracterizado por algunos caciques y muchos indios, unos pensando y decidiendo y los otros ejecutando, de forma leal y obediente, hoy está agonizando.
Con trabajos rutinarios que con el tiempo irán automatizándose, con estructuras organizativas cada vez más planas y con tecnologías que en cualquier momento vuelven obsoletos modelos, herramientas y procesos, el desafío recae cada vez más en la educación. En una educación permanente, durante toda la vida, que forme para emprender, explorar y crear; y no solamente para memorizar y repetir.
El presente y el futuro se llama trabajo colaborativo y en red. Hay que formar para ello, para aprender a cooperar y colaborar. En las organizaciones, sean estas con o sin fines de lucro, privadas o públicas, es necesario formar en nuevas formas de pensar y trabajar, para que ideas, decisiones y acciones puedan surgir de caciques/indios en cualquier parte de redes en movimiento y transformación constante.
Dejemos de hablar de mando, control y supervisión para comenzar a poner el acento en propósito, capacidades y responsabilidades. El sujeto de este tiempo más que beneficiarse de ello lo necesita.
Crédito de la imagen de cabecera: https://unsplash.com/photos/xQ793pB_Ews