Así como lo importante del aporte de Copérnico radicó en los efectos socio-políticos que desencadenó su descubrimiento, en la gestión y el liderazgo la revolución copernicana va más allá del contenido técnico, que se centra en una metodología diferente para guiar y medir la efectividad organizacional. Incrustada en la nueva forma de administrar hay una visión diferente del mundo, que paulatinamente amenaza y jaquea la hegemonía de las burocracias jerárquicas que con mucha frecuencia tienden, aquí y allá, a desanimar a quienes hacen el trabajo, frustrar a aquellos para quienes se hace el trabajo, decepcionar repetidamente a la sociedad y producir ganancias exiguas para los inversores.
Esta nueva visión del mundo que asoma lentamente a lo largo y ancho del ecosistema organizacional también está poniendo en jaque la suposición de que los empresarios crean valor y son dignos de compensaciones extraordinarias, invitando asimismo a un nuevo examen de los deberes, derechos y privilegios de todos aquellos que están ocupando puestos directivos.
Los nuevos tipos de organizaciones se centran en servir mejor a sus clientes, permitiendo que equipos autoorganizados en redes, coordinen su trabajo en ciclos iterativos y comunicándose de manera interactiva.
Así como la revolución Copernicana en astronomía habilitó el cuestionamiento de los arreglos sociales en los que reyes, sacerdotes y sus comitivas estaban a cargo de la sociedad por Derecho Divino, la Revolución Copernicana en la gestión está cuestionando los arreglos sociales de las grandes burocracias que gobiernan las organizaciones de nuestras sociedades actuales.
En la organización emergente hay poca necesidad de «jefes», «administradores del status-quo» y «burócratas», junto con una necesidad apremiante de líderes que puedan inspirar a equipos, redes y ecosistemas autoorganizados que responden a los cambios y necesidades de los clientes.
Del mismo modo que, en su tiempo, los críticos de la teoría de Copérnico argumentaban que no ofrecía ninguna mejora en el cálculo del recorrido de los planetas, también los críticos del emergente paradigma (en la gestión y liderazgo organizacional) argumentan que no hay estudios científicos que demuestren que su práctica devenga en mejores resultados comerciales.
La revolución copernicana iniciada durante el Renacimiento, así como la revolución actual en la conducción organizacional, lo que tienen en común es ser el punto de inflexión del que se derivaron y derivan consecuencias en numerosas ámbitos, desde lo social, lo político, lo educativo, lo psicológico y también lo económico.
Si la idea de que el Sol era el centro del Universo terminó derribando numerosas monarquías, en la actualidad la revolución en las organizaciones está cuestionando que los ganancias solo caigan del lado de los inversores y accionistas; olvidando en el camino los costos y rendimientos decrecientes que se expresan en el alto costo social del desempleo y el subempleo, así como en la desconexión de buena parte de la fuerza laboral.
Ranjay Gulati es un académico organizacional indio-estadounidense de la Harvard Business School, que en 2010 escribió un libro llamado Reorganize for Resilience: Putting Customers at the Center of Your Business, en el que afirma lo siguiente:
“Las compañías construidas alrededor de una mentalidad de adentro hacia afuera —las que lanzan productos y servicios al mercado basados en un punto de vista estrecho de sus clientes, a los que miran solo a través del lente de sus productos— son menos resistentes en tiempos turbulentos que aquellas organizadas en torno a una mentalidad de afuera hacia adentro, es decir que comienzan con el mercado y luego buscan entregar productos y servicios acordes. La orientación de afuera hacia adentro maximiza el valor para el cliente y produce organizaciones más flexibles… Adoptar una perspectiva de afuera hacia adentro, enfocándose en entregar creativamente valor a los clientes en lugar de obsesionarse con impulsar su cartera de productos, crea una flexibilidad inherente en las organizaciones… La concentración en torno a los problemas de los clientes da como resultado la resistencia que protege a las empresas de las tormentas económicas«.
A pesar de ciertas limitaciones, la revolución copernicana en la gestión y el liderazgo está en marcha y avanza inexorablemente, siendo un hecho que las burocracias jerárquicas tendrán más y más dificultades para sintonizar con el mercado, debido fundamentalmente a que el poder está cambiando del que vende al que compra.
Así como los esfuerzos combinados de los poderes fácticos en los siglos XVI y XVII no pudieron detener el progreso de la Revolución de Copérnico en astronomía, también las grandes burocracias jerárquicas en la actualidad, aunque aparentemente todopoderosas, sucumbirán al poder, influencia y alcance de los nuevos modos de conducción organizacional, que benefician más y mejor a los clientes, a los empleados, a la sociedad, a los líderes, gerentes y referentes, así como también a las organizaciones y sus inversores.