El polaco Nicolás Copérnico (1473-1543) fue un clérigo, matemático y astrónomo que formuló la teoría heliocéntrica del sistema solar. Su libro De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las revoluciones de las esferas celestes) es considerado como el punto fundacional de la astronomía moderna, además de ser una pieza clave en lo que se llamó la Revolución científica en la época renacentista. La aportación de Copérnico, que pasó cerca de veinticinco años trabajando en el desarrollo de su modelo, vino a decir que los planetas, incluida la Tierra, giran en torno al Sol y no éste en torno a nosotros, como se daba por sentado desde Ptolomeo (siglo II) y su teoría geocéntrica.
La revolución que se inició con Copérnico fue más socio-política que astronómica
Cuando se presentó por primera vez, la tesis de Copérnico parecía no ser más que un modelo matemático diferente para que astrónomos y astrólogos calculasen las rutas de los planetas. La teoría copernicana parecía tan inocua que los poderes fácticos de la época inicialmente no se resistieron. El Papa Clemente VII, cuando en 1533 su secretario personal le explicó la teoría, se sintió tan complacido que le hizo llegar un regalo. Sin embargo, lo que el Papa Clemente no entendió fue que la teoría de Copérnico no era solo una metodología matemática para calcular los movimientos de los planetas.
Incrustada en su tesis había una cosmovisión diferente que llegaba para socavar lentamente el poder de la religión en general, la Iglesia Católica Romana en particular y el Derecho Divino de los Reyes, en el que la mayoría de los gobiernos europeos existentes hacían descansar su legitimidad.
Con la publicación de la teoría de Copérnico comenzó un proceso inexorable de investigación sobre el modo en que las sociedades se organizaban, incluidos los derechos y privilegios de los individuos que estaban a cargo de la Iglesia Católica Romana y de las monarquías que afirmaban su poder a través del Derecho Divino de los Reyes. Se hizo posible preguntar qué valor social estaban agregando los que presidían esas instituciones. Mientras que algunos de ellos podrían ser hombres verdaderamente sabios y líderes valientes, otros fueron descubiertos como pequeños tiranos, burócratas, imbéciles incompetentes o simplemente perdedores. Al despojar a estas organizaciones de su legitimidad divina, la teoría copernicana fue abriendo la grieta para el examen de su verdadero valor social. Sin duda, los reyes y las iglesias continuaron existiendo, pero ocupando un papel cada vez menor en la estructura de la sociedad. La Iglesia, que observaba atentamente lo que ocurría y comprendió la gravedad de la amenaza, en marzo de 1616 emitió un decreto, prohibiendo el libro de Copérnico hasta que pudiera «corregirse» y prohibiendo la publicación de cualquier libro similar.
La cosa no terminó ahí, porque en 1633 Galileo Galilei fue condenado por herejía luego de apoyar el planteo de Copérnico, siendo puesto bajo arresto domiciliario por el resto de su vida. No obstante, ya no había como parar el goteo; era demasiado tarde: la revolución estaba en marcha. La resistencia institucional, aunque continuó durante bastante tiempo, fue inútil y no fue sino hasta 1822 que la Iglesia finalmente admitió la derrota y levantó la prohibición de discutir la tesis del clérigo polaco. De esta manera, la teoría de Copérnico tuvo un gran impacto social, liberando a la mente humana del dominio intelectual que la religión y el Derecho Divino de los Reyes habían mantenido sobre ella durante cientos de años.
Como Thomas Kuhn (físico, filósofo de la ciencia e historiador estadounidense) escribió en 1957 en su libro La revolución copernicana, «… si la propuesta de Copérnico no hubiera tenido consecuencias fuera de la astronomía, no se habría retrasado ni resistido tanto tiempo”.
Copernicano es un adjetivo que, para la Real Academia Española, se combina con la palabra giro y dice lo siguiente sobre ello: dicho de un cambio en el comportamiento, en la manera de pensar; Radical o total. Un giro copernicano.
Superficialmente, la revolución copernicana significó un punto de inflexión en la astronomía, un cambio de paradigma que implicó abandonar la idea de que el Sol gira alrededor de la Tierra, en favor de la idea de que la Tierra es uno de varios planetas que giran alrededor del Sol. Profundamente, sin embargo, lo iniciado con Copérnico fue disruptivo en la medida que disparó cambios fundamentales en el modo como se organizaba y funcionaba el mundo europeo de la época.
Ha cambiado el centro del universo
Dinamizado por los avances tecnológicos, nuestro tiempo también está asistiendo a un giro copernicano en el mundo de las organizaciones. La revolución copernicana en la gestión y el liderazgo es un cambio de paradigma que va desde la visión del siglo XX, en que los clientes giraban en torno a la cadena de valor de la organización, a otra propia del siglo XXI, en que muchas organizaciones giran en torno a él o los clientes. En la actualidad y en el futuro, las organizaciones sobrevivirán y prosperarán siempre que sean lo suficientemente ágiles como para satisfacer las necesidades y los deseos cambiantes de sus clientes, de aquellos a quienes sirven.