Si es revolución que sea humana

Estamos viviendo en el medio de una gran transición, entre dos olas, una que rompió y su espuma se desvanece en la arena y otra que se erige vital y desafiante para todos nosotros. Esta nueva ola nos dice que estamos en un gran cambio de época, que palabras más, palabras menos, podríamos definir como Era de la Información y en el caso ideal, Era del Conocimiento. La distinción es pertinente porque ambas cosas son diferentes, siendo la primera la materia prima del segundo.

Este cambio de época es dinamizado por la tecnología, que ha puesto al alcance de gran parte de la humanidad un cúmulo de datos e información como jamás había ocurrido en la historia. El dilema aquí es bien claro: poseer información no quiere decir saber qué significan los hechos y cuáles son sus implicancias.

04 OCT 2012 - El Analista de Inteligencia.jpgA nivel organizacional, estamos en la transición de las estructuras escalonadas de la Era Industrial a los modelos organizativos ágiles y colaborativos de la Era de la Información-Conocimiento.

El desafío más vital en la actualidad para cualquier organización es pasar de ser una máquina de producción a una entidad viva donde las personas se sientan facultadas para proclamar un propósito compartido y trabajar con un fin común en mente. Llegar a ese punto requiere confianza, apertura, integración, polinización cruzada de ideas y un entorno que fomente la toma de riesgos. 

En un entorno de hiperconectividad, competencia intensa y sobrecarga de información, necesitamos la inteligencia colectiva de una fuerza laboral diversa. Aprovechar ese amplio recurso significa desglosar y  veces desmantelar las estructuras que impiden la colaboración y la difusión de información valiosa. Si bien eso puede requerir un nuevo enfoque de lo que implica la jerarquía organizacional, los beneficios de asumir este desafío superan ampliamente sus costos.

Históricamente, la estabilidad ha sido un signo de una organización exitosa. Sin embargo, en un futuro cada vez más cercano el tándem estabilidad y dinamismo será la verdadera medida del éxito. De la misma manera en que la resiliencia se ha convertido en una característica clave para el éxito personal, un dinamismo estabilizador será un indicador clave de la capacidad de una organización para adaptarse de manera rápida y efectiva en un mundo cada vez más complejo.

Aunque con cada vez mayor frecuencia la tecnología puede estar impulsando nuestro progreso, al tiempo de estar presente en cada vez mayores esferas de nuestras vidas, no hay que perder de vista que las personas se están volviendo la variable más relevante en las organizaciones. En otras palabras: a mayor desarrollo tecnológico mayor es el papel de las personas en el desarrollo organizacional.

Las organizaciones centradas en las personas, en sus empleados primero y en sus clientes después, prestan especial atención al trabajo que desempeñan los equipos y a la colaboración resultante. El contexto actual está demandando integridad en todos los ámbitos y sobre todo en aquellos que tienen la responsabilidad de ser referentes y/o líderes. Durante los tiempos de cambio, los grandes líderes se aseguran de que los equipos y las personas entiendan que están realizando un esfuerzo significativo y que sostienen las ganancias o las pérdidas como parte de una transformación significativa.

El valor de un objetivo compartido y superior es lo que a menudo nos impulsa a trabajar fuera de la zona de confort. Ir más allá de la zona conocida, confortable y segura, ese lugar incierto que nos puede despertar miedo, requiere un liderazgo que priorice la liberación de la inteligencia colectiva que surge del intercambio consistente y continuo entre las personas.

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El rozamiento de dos piedras produce chispas y con ellas es posible encender un fuego. Algo similar, para el agitado tiempo en que vivimos, es necesario que suceda a nivel organizacional. De forma persistente y continuada es necesaria la reunión de equipos para discutir lo que funciona y lo que no, para generar aprendizajes y gestionar el conocimiento. Crucial para que ello acontezca es avanzar en un diseño edilicio que esté centrado en las personas y que fomente conversaciones informales y la colaboración funcional. La comunicación juega obviamente un papel clave así como avanzar en la planificación basada en escenarios, es decir alentar a las personas a mantener conversaciones sobre los «futuros posibles».

En el cambio de época que nos encontramos el desafío capital está tanto en crear como en desarrollar organizaciones más planas, ágiles y con vocación de ser aprendices permanentes. Organizaciones en las que adultos comprometidos y responsables compartan un propósito común y ejecuten sus acciones con independencia de estar o no físicamente juntos. La medida de nuestro tiempo son las personas y si hay una revolución en ciernes ella es mucho más humana que tecnológica.

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