El mundo lineal ha muerto y eso aplica al modo en que enfoco este blog: al tiempo que estoy planificando y escribiendo el post que quiero publicar, también voy colectando frases, imágenes, datos o cualquier idea suelta que luego, en algún momento, utilizaré para los otros que vendrán después. Eso me sucedió con lecturas diversas, que fui colectando desde hace un tiempo, de los escritores e intelectuales Yuval Harari y Frederic Laloux.
Actualmente en psicología es prácticamente mala praxis desconocer la incidencia y condicionamiento del entorno en la vida de las personas que consultan. En un contexto socio-histórico donde en general todo se movía más lento y en que la gran mayoría de las cosas eran esperables y predecibles, prestar atención casi exclusivamente a lo intrapsíquico (pensamientos y fantasías) era un asunto de orden.
Ese contexto socio-histórico mayormente estable comenzó a tambalear a partir de los años ’80 del siglo pasado y fue creciendo en ritmo y vértigo a partir de inicios de siglo con el auge de internet. Así, el contexto pasó de calesita a rock & samba. Desde entonces nada ha sido igual y las certidumbres de antaño se han transformado en las incertidumbres del presente.
El entorno se ha complejizado y esto me recuerda una frase de un psicólogo argentino, quien en una entrevista decía que en los tiempos actuales ser neurótico era un privilegio, en el sentido de que tener dudas y conflictos entre, por ejemplo, lo que debo y quiero era todo un logro. El rock & samba moviéndose está haciendo perder el equilibrio a muchos sujetos y poniendo en jaque a otro tanto.
Del conflicto al déficit: ¿cómo conservar la cordura si en lugar de dudas sobre a dónde voy a ir de vacaciones el interrogante tiene que ver con si llegaré a fines de mes? La precarización laboral está ya no en el horizonte sino aquí cerca. El dilema de Tarzán (de qué liana me agarraré si se corta de la que hoy estoy agarrado) llegó para quedarse, así como la pregunta sobre cómo hago/hacemos para generar otras lianas en las que balancearnos.
Acerca del futuro del trabajo y del trabajo del futuro, Harari (israelí, profesor de Historia de la Universidad Hebrea de Jerusalén y autor del best seller titulado Sapiens: De animales a dioses: Una breve historia de la humanidad, libro traducido a más de 30 idiomas) asevera: «tampoco sé qué habrá que estudiar en los colegios para tener un buen trabajo. Nadie lo sabe, porque cada vez más las profesiones son tomadas por computadoras. Lo cierto es que las personas deberán reinventarse y estudiar una y otra vez, porque el mercado de trabajo cambiará rápidamente… Nunca habíamos vivido de una manera tan acelerada, y la gente busca certezas en las historias que conoce y que les ofrecen la promesa de una variedad invariable».
Aquí sumo algunos datos sobre hechos que suceden en otras latitudes y que tarde o temprano irán arribando a nuestra región:
- Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford predice que aproximadamente el 47% del trabajo que hoy se realiza en EEUU corre el riego de ser asumido por computadoras.
- Otro estudio, en este caso de la consultora McKinsey, de acuerdo a un análisis de más de 2.000 actividades en 800 ocupaciones diferentes, señala que “se prevé que la mitad de las actividades profesionales tienen el potencial de automatizarse por la adopción de nuevas tecnologías actualmente disponibles”.
Frederic Laloux, por su parte, en el libro Reinventar las organizaciones, examina la evolución de los paradigmas organizacionales, señalando que estamos en ese punto de quiebre en que mientras algo muere otro algo está naciendo. Ese algo tiene está ligado a conceptos como propósito, plenitud y autogestión. La metáfora organizacional es la de un organismo vivo, diferente al concepto mecanicista que gobernó en los últimos trescientos años. Probablemente el asunto mayor sea que comienzan a terminarse las organizaciones donde la división entre pensar y actuar era muy claras.
En un pelotón de ciclistas el liderazgo es contextual y el propósito está claro para todos. Hablamos de organizaciones humanas, donde se procura la excelencia y no la perfección, donde la idea de horarios, sitios y sueldo fijos serán piezas de museo.
El panorama futuro asoma confuso, incierto y vertiginoso, acorde a la velocidad de los cambios que se están produciendo. Es un interrogante mayúsculo cómo ira evolucionando la sociedad, el trabajo y la familia. La tendencia sí apunta hacia organizaciones concebidas como redes, flexibles y autónomas, que también pueden reconfigurarse según el tiempo, espacio y contexto.
Me gusta pensar en la red como Bruce Lee pensaba el agua…
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